El mar

Qué es el mar sino un montón de aguas diáfanas y saladas,

donde el cielo y él se pierden en uno solo creando un espejismo complejo de grandiosidad.

El mar es tan poderoso que todas las preocupaciones se hacen pequeñas ante él y los sueños grandes

Playa Los muertos
photo by Daisy

Creation

Books were forgotten by humans, left behind imagination.

foto concurso

It is easier create a world in our minds from watching videos or images from others nowadays instead of reading books.We have been reducing our powers of self-creation by avoiding books. When we read a book, we make up places, people, objects, dialogues, stories, animals, scenes, TIMES, only by using our mind, our imagination, our inner spirit of creation. Reading is a source of feeding our souls and minds to create. Little by little we are exterminating that source by letting books forgotten in favour on new technologies. Stop this abandon. Back to read, back to create as well. How? Let you go just some seconds, appreciate and let yourself experience the greater of the physical world, then the papers around being your mean of feelings, thoughts. Permit yourself being a starving reader again, a creator.


Always remember, in depth we are little gods: creators.

Daisy Pizano

Gabo y punto.

Mi egabriel-garcia-marquez-4scritor predilecto, máximo exponente del Realismo mágico, Gabo. Catapultó al magnífico las historias de su vida y “puso de moda la felicidad” en tiempos de necesidad humana. Él quería escribir las cosas como las contaba su abuela. Llevó la magia de un mundo real a ojos de los maduros, a ojos que habían perdido la inocencia  que él pregonaba en Cien años de soledad; contó el amor carnal en sus diferentes facetas. Afirmó, delineó, presentó, desbarató, ensalzó y embelleció la naturaleza del ser humano. Con suavidad y dulzura, enterneció los corazones y llegó al recoveco más íntimo de este cuerpo. Siempre elocuente, siempre mesurado, siempre preciso, siempre amoroso, siempre sabio. Gabo terminó sus días como los empezó: con la ingenuidad de un niño conmovido y maravillado del mundo. Él se refugió en las letras para buscar un escaparate a la injusta muerte que detestaba, y milagrosamente lo encontró. Gabo sigue viviendo aquí, allá y en todas partes, porque  las páginas de sus obras quedarán por siempre en la memoria de las estirpes de la humanidad odierna y venidera.

“La única arma que he disparado en mi vida ha sido mi máquina de escribir” Gabriel García Márquez.

Estas líneas cortas son el sentimiento provocado al ver el documental “Gabo: la magia de lo real”.

 

Daisy P.

 

C’est…

C’est un photo, c’est moi, c’est un cœur, c’est un rêve, c’est l’amour, c’est le soleil, c’est le ciel, c’est l’enfer, c’est un baiser, c’est la danse, c’est une chanson, c’est la nuit, c’est un salut, c’est un adieu, c’est la vie, c’est toi, ce sont nous.

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Encuentro con mi infancia

Cansada de tanto leer, de bajar y subir autobuses durante media tarde por fin llegué a mi pueblo. Mi madre en seguida me propuso ir a casa de la abuela, hacía más de un mes que no iba y me provocaba fastidio el pensarlo.La ciudad me había absorbido. Podría decir que esa casa es uno de los lugares más pacíficos del mundo, sin embargo, ahora cualquier espacio en esta tierra representa para mí algo seguro y agradable, por lo que no sentí la necesidad de transportar mi cuerpo hasta allá, no presentí lo que me esperaba, las cosas buenas de la vida pasan así, cuando uno menos se lo espera. Entonces, acepté y fui a casa de mi abuela.

Casi siempre que llego allí saludo rápido y me salgo al jardín, a ver las flores, parece que tengo una atracción inagotable por ver las plantas de esa casa, siempre con la esperanza de que me encuentre con una hierba nueva a la cual pueda hacerle una foto. Estaba en el jardín husmeando como siempre, los gatos que normalmente habitan la casa por generaciones parecían más ariscos de lo normal y no dejaron ni siquiera acercámeles un metro. No insistí. Llegué al límite que divide el pasillo con el patio trasero, “el corral”, había una malla y unos botes obstruyendo la entrada, busqué en seguida mirar por todas partes con el fin de encontrar una rendija por donde pasar. El patio se veía boscoso, ya empezaban las lluvias, y me dio curiosidad ir a ver si había plantas nuevas y verlas tanco como siempre, hasta cansarme. Parece ser que me llama más la atención estar buscando paisajes, bichos raros, plantas, recuerdos, detalles, en lugar de irme a sentar con los abuelos y la tía, que para diversión de la familia siempre tiene historias graciosas que contar, de las cosas más simples y cotidianas de su vida. La adoro, es mi segunda mamá, por instantes se me olvida, luego vuelve el sentimiento.

Siguiendo con mi objetivo, al final pude ver una puerta que conducía al patio, tenía que dar la vuelta a la casa para irme a otra de unos parientes que la habían dejado a medio construir y que ahora era el único espacio libre sin puerta para ir al corral. Entonces fui, pasé por los cuartos oscuros y fríos sin terminar, sentí una sensación de espíritus ahí y pensé que esa casa jamás sería terminada. Antes en lugar había un jardín que daba mejor aspecto a todo el terreno y un aire de grandiosidad donde de niña podía correr como si no hubiera límites, era tan grande la casa.

Así pues, atravesé el marco sin puerta y me dirigí a  los arbustos y flores silvestres que crecían frondosas a causa de la lluvia de verano. El olor a granja era evidente, no me importó mucho, los vecinos aún criaban animales desde hacía años y me había acostumbrado al mal olor, no era incómodo, hasta cierto punto evocaba recuerdos de cuando mi tía tenía un gallinero y las corraletas con cerdos.

Continué mi camino, fui a hurgar entre los nopales y las enredaderas que colgaban, como descomunales, dejándose ver cuánto habían crecido por la lluvia y cuánto se habían extendido por todas partes. De repente en mi torpez de niña que bobeaba por arriba y por abajo, logré identificar sin ningún esfuerzo que bolas rojas en vueltas en cáscara con pliegues puntiagudos estaban esperando allí para ser vistas. Los ojos me brillaron en seguida, las reconocía, eran un tipo de tunas exóticas que por aquí en los al rededores les llaman “tasajo”. Son de un color rojo violáceo, con semilitas negras que le dan un aspecto divertido a la fruta. Me emocioné mucho cuando las vi, la última vez que corté una de esa misma mata fue cuando era niña, tendría unos diez años, me fascinaban, pensaba que era una fruta muy peculiar y que yo tenía el privilegio de comerla cada verano. Después de un tiempo parecieron escasearse, cambios en el ambiente. Me puse melancólica un tiempo y  a ratos recordaba el sabor, la consistencia y el colorido de la tuna tasajo que quizás jamás la volvería a probar de nuevo.

Le grité a mi tía cuando me di cuenta en segundos que las tunas estaban maduras y que las podía cortar, a ella le sorpredió el hecho que después de tantos años esa mata haya retoñado y dado fruto de nuevo, al igual que yo la considerábamos perdida. Mi tía llegó con un palo gigante de caña, con un especie de garfio mal doblaFeatured imagedo en la punta, con eso cortábamos todo tipo de frutillas o ramas que se encontraban fuera de nuestra altura aún si poníamos una silla. Me sentí eufórica y miraba por todas partes, las quería todas, ¿cuál corto primero a la izquierda, a la derecha o arriba? Mi tía seguía sorprendida todavía por ver las tunas y me decía repetidamente que era raro que las hormigas y las ratas no se las hayan comido todavía, me lo dijo varias veces hasta que comprendí que el asombro era tal que creíamos estar soñando, ¿dónde estaban las ratas? ¿dónde estaban las hormigas? ¿por qué dio fruto la planta?

Me esmeré para alcanzar hasta la última tuna madura que pude ver, tuve que batallar un rato para cortar aquellas que estaban sobre la coronilla de un mezquite que tenía ramas entrelazadas, lo cual dificultaba que las tunas cayeran con facilidad al piso, mi tía energética también me ayudaba como podía, quitaba cualquier estorbo ramal que me obstruyera la vista para poner bien el garfio en la tuna y retorcerla hasta cortarla. Me quitó las higuerillas del camino, mis lentes estorbosos, quebró ramas secas y seguía sin entender por qué había revivido el nopal. Al final pude cortar todas las tunas coloradas, fueran grandes o pequeñas, mi tía las recogía del suelo cuando caían, llenamos una cubeta pequeña, parecía que no terminaríamos nunca pero todo lo que empieza tiene su fin y éste fue muy satisfactorio. Llevamos las frutas con mis abuelos y mi mamá y contamos la hazaña.Rápido ofrecí tunas a todos pero se rehusaban a comerlas porque querían dejarlas todas para mí. Yo insistí y al final se comieron cada uno una. Yo también comí, la abrí con las manos sin necesidad de cuchillo y empecé a saborearla, mi boca había guardado el sabor de la tuna y pero me pareció como nueva la experiencia, aunque sentí que no la disfruté porque era tanto mi deseo desenfrenado que durante muchos años estuvo pendiente de este momento, que al hacerse realidad se desvaneció rápido.

Creí que había sido un buen día y tuve que contar las tunas para confirmar lo que sentía, si el número contenía un cinco o un siete sería un buen augurio y para mi maravillosa suerte conté diecisiete y entendí que hoy había sido un día especial, un día que pintaba ser normal y tuvo un vuelco, fue algo inesperado, tuve un encuentro con mi pasado, con mi niña interior, me sentí muy feliz, mi mamá me dijo que esperara hasta el próximo verano para poder volver a probar las tunas, aún así dudé que volviera a suceder algo parecido a hoy. Quizás en otros tiempos.

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Buenas noches.

Writer

Writer. Esta es la palabra de reflexión con la que inicia el día 159 del año de acuerdo al libro 365 Tao. Daily meditations de Deng Ming-Dao y con la que he decidido empezar mi primera entrada de blog. Muy emocionada me encuentro, tratando de ordenar mis pensamientos, intentando deshacer el revoltijo que tengo en la cabeza y por fin empezar a escribir. Mmm… nada fácil para una novata como yo aunque con todo el coraje del mundo, sintiendo estos dedos teclear las letras, de frente al ordenador, con la ventana detrás de mí, un resoplido viento frío llega en tiempo de verano,me molesta, no me importa, sigo escribiendo. El 159 ha sido un día especial en mi vida, Writer, jamás olvidaré esta meditación, casi rompo en llanto, un montón de palabras, diálogos y sensaciones en la cabeza me hacían ruido, siempre pensé que era molesto y loco ser acreedora de tan retumbante vaivén de ideas, en la cabeza, sí, en esta cabeza que se aquieta ante la sensación de echar lo que se había quedado ahí por mucho tiempo, guardado, como en un baúl. Recobro la cordura, me acomodo en mi cama que parece incomodarme. Regreso a mi escritura. Bien, la meditación 159 dice así:

“Writers write because they must: They need to express something from deep within themselves. They hear voices that other do not, They listen urgently, and they must communicate what they hear”.

365 Tao Daily meditations, Deng Ming-Dao

Y es así como estas pocas y sustanciosas líneas me han venido como una especie de alegría duradera, han sido las palabras claves y necesarias para decirme: escúchate, exprésate. Por primera vez, me estoy escuchando y haciendo lo que desde hace mucho debí haber hecho, pero no era el tiempo. Este es el tiempo perfecto. Escribir.
Es tarde, me voy a la cama, me voy con alivio porque al fin he empezado lo que espero nunca se agote.

Buenas noches.